KDAVID RAMÍREZ.-
Acababa el 2021 y en Nuevo León se instalaba un nuevo gobierno estatal encabezado por un joven político perteneciente a un partido novelísimo que pretendían desbancar a «la vieja política» con discursos envalentonados, llenos del caló norteño y con el tono aguerrido de quien tiene la solución a todos los problemas.
Con la ingenuidad que caracteriza a las masas despolitizadas, el electorado nuevoleonés, le dio una enorme responsabilidad a un carismático tiktokero, que asguraba que todo estaba bajo control. En esas últimas semanas del año muchos no lo sabían, pero estaban en la antesala del peor año de la historia reciente del estado.
Embelesados todavía por los sermones del macho-alfa recién llegado al poder, en las redes sociales surgieron como nunca antes grupos que promueven la separación del estado de Nuevo León de la Federación Mexicana; «la República de la Sierra Madre» fue un tópico que visiblemente se popularizó en Twitter y en ambientes más ordinarios, el Nuevo Pacto Fiscal seguía siendo la bandera del gobierno Fosfo-Fosfo.
Igualmente, la esposa del nuevo gobernador, quien estrenó un cargo honorífico hecho a la medida para la influencer, llegó «con todo» derribando, a su juicio, tabúes con respecto a la defensa de la niñez y en las redes sociales hasta se le consideró la Lady Di de Nuevo León.
La clase política del estado aun ondeaba la bandera del terruño conservador y el amargo rechazo a la 4T, quienes airosos se sentían triunfadores al no haber permitido que llegara una mujer por medio de un partido oficialista de izquierda, a la gubernatura de la capital industrial del país.
Pero a la llegada del 2022 los problemas se fueron evidenciando y aumentando y los bravos discursos parecían ir perdiendo su efecto. Y así, como una deshilachada que se ensancha, se fueron agravando los viejos problemas que se suponía que la «nueva política» iba a resolver.
Primeramente con la corrupción de la pasada administración estatal que se fue ventilando y que motivó sendas denuncias a exfuncionarios, mismas que derivaron con la detención del exgobernador Jaime Rodríguez Calderón, detención muy publicitada (en marzo) y reconocida como triunfo de la administración; sin embargo en octubre un juez absolvía al El Bronco y en los últimos días del año en curso lo vimos hasta bailar muy agusto y en libertad.
Luego la crisis del agua que empezó con el breves recortes en el abastecimiento del vital líquido, y enseguida el acabóse: municipios enteros sin servicio de agua, las presas empezaron a vaciarse, al final quedaron increíblemente secas; colonias enteras padeciando por días el recorte de agua, la gente como nunca salió a protestar; las pipas de agua recorrían el estado como si se tratara de la venezuelalización con la que tanto lloriquea la derecha… ¡pero alto!
¿Esto no le puede estar ocurriendo a los orgullosos nuevoleoneses que tanto espetan su bravía independencia y son muy altivos con sus logros que ahora parecen irse secando?… pero en medio de esta crisis no hubo de otra más que tragarse el orgullo y la vergüenza y pedir ayuda de la Federación y así llegamos al plan El Cuchillo 2 que en conjunto con otras estrategias asegurará el agua hasta el 2050 a los nuevoleoneses. Bueno, al menos eso asegura el gobierno estatal.
El añejo problema del transporte urbano que se esperaba solucionar con nuevas unidades y combate a los empresarios abusivos queda todavía como una buena intención de un novato en política que pretendiendo solucionar este asunto con nuevas unidades (que no han llegado) y la aplicación severa de la Ley (cuestión de la que francamente se ríen los empresarios transportistas), solo ha dejado en la indefensión a los susarios que ni en el Metro pueden confiar para realizar sus trayectos.
Después, la inseguridad que no paró, y parte de ella es la atroz crisis de los feminicidios que ha provocado que al menos en dos ocasiones sea incendiado el Palacio de Cantera por el repudio de las mujeres que protestan por la violencia de género que no se detienen con el mantra institucional de: «si se meten con una, se meten con todo Nuevo León».
Esta crisis llevó a otra crisis, que es la peor de todas, a la crisis política derivada de la elección del nuevo Fiscal del estado, que ha enfrascado al gobierno estatal y al Congreso del Estado en un pleito en el que queda de manifiesto una sola cosa: no existe tal cosa como «la nueva política». Los dos bandos en conflicto lo dejan bien evidenciado, la lucha entre estos dos bandos se llevará entre sus patas a los ciudadanos, y eso les vale.
Ahora, en las postrimerías del 2022 no hay político más agradecido con AMLO que Samuel García (el mundo al revés) y no hay censor más crítico con el ejercicio del ejecutivo estatal que un conglomerado de políticos encabezados por figuras del PRIAN, personajes que navegaban muy bien en los viejos tiempos con administraciones más «cooperativas», digámoslo así.
Hasta los medios de comunicación locales han tenido que timonear en un río revuelto que a veces los pone de defensores y en otras de críticos del gobierno naranja. La verdad es que en este ambiente incierto lo que menos puede prosperar es la soberbia con la que muchos sectores recibían el 2022, cuando hablaban de separatismo por que «nosotros mantenemos a los del sur».
Es una lección de humildad que nos hemos ganado a fuerza de acarrear cubetas de agua, de sufrir por la eterna espera en la parada del camión, al vivir inseguros y con miedo a la delincuencia, al darnos cuenta de que muy seguramente al despertarnos este primero de enero de 2023 comprobaremos que «el dinosaurio todavía estaba ahí» y que desafortunademente las cándidas mayorías seguirán creyendo en la propaganda pomposa y en la ideología de la selfie.
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